19 abr 2010

El Centro Cultural Ricardo Rojas UBA y el Museo Roca en el marco del Bicentenario

presentan

“ARTEFACTOS”

Performance basada en la poética de Julio Cortazar

Dramaturgia y Dirección

Susana Rivero


Escritores
Gaston Albajari

Roman Goli

Antonio Travierso
Primas
Alicia Segnini
Patricia Zanollo

Primos
Augusto Carulli

Lucas Fernández

Primas músicas

Zaira Abasto saxo
Camila Grizio clarinete

Vecinos curiosos

el público
Fotografía
Alejandra Del Castello


Dirección de la casa/museo

Vicente Lopez 2220

TE 48032798


CUATRO ULTIMAS FUNCIONES!

Sabados 10, 17, 24 y 31 de julio


Horario 20 hs.

Con entrada gratuita, cupos limitados.

llegar 15 minutos antes para reservar su entrada!

Prensa y Comunicación
Centro Cultural Ricardo Rojas
Universidad de Buenos Aires
4954-8352 / 4953-3556
www.rojas.uba.ar

Sábado, 29 de mayo de 2010

TEATRO › ARTEFACTOS, UNA NOTABLE PUESTA EN UN ESPACIO NO TRADICIONAL

Actuar las letras de Julio Cortázar

El grupo Quien es Quien le da forma a un espectáculo atípico en la Casa Museo Roca, que invita a los espectadores a moverse por el lugar y meterse de lleno en el universo cortazariano.

Por Sebastián Ackerman

Como en una fantasía voyeur, los personajes invitan a los espectadores a meterse en su casa, recorrer sus rincones, espiar la vida de esa familia en cada una de sus habitaciones, sus discusiones y labores. Recuerdos de una vida que fue, los ocho primos viven de la herencia en una casa que está siendo tomada, escupen conejitos, se atoran en sweaters y les indican a los “vecinitos mirones” cómo hay que subir una escalera. “Los argentinos somos como un gran familia que vivimos peleándonos, siempre entre la convivencia y la crisis”, dice Susana Rivero, la directora de Artefactos, obra basada en textos de Julio Cortázar interpretada por el grupo Quien es Quien. “Lo importante era sacar esa eterna pelea argentina, pero sabiendo que también podemos salir adelante”, aclara sobre la obra que se presenta los sábados a las 20 en la Casa Museo Roca (Vicente López 2220) con entrada libre y gratuita.

El hilván que recorre los distintos cuentos (“Casa tomada”, “Carta a una señorita en París”, “Simulacros”, “El oso”, “Torito”, “No se culpe a nadie” e “Instrucciones para subir una escalera”, más una conferencia sobre Qué es la literatura fantástica, música de saxo y clarinete en vivo) es, explica Rivero, “la parentela”. Pero además su intención es “componer puntitos: un homenaje a la literatura, sentarse a escribir, crear personajes. Como dice Cortázar: hay talento, don, sí, pero es el diez por ciento. ¡Lo demás es horas–culo!”, afirma la directora, y agrega: “Cortázar tiene una cosa con las familias de clase media como Borges lo tiene con los espejos y los laberintos, y como yo vengo de ahí, cuando encontré ‘Simulacro’, donde hay un jardín con un cadalso y los vecinos se acercaban a mirar, a fisgonear, me dije ‘acá está la vuelta para que el público se meta en la obra’”, recuerda.

La elección de la Casa Museo Roca no es casual: permite que los actores pasen de la biblioteca de la planta baja a la sala de la planta alta, y de allí al comedor, y al público seguirlos, o “espiar” en las habitaciones, rompiendo con esa cuarta pared invisible que divide al escenario de la platea. “La gente entra en la ficción porque está bien hecha la dramaturgia”, apuesta, y justifica la elección del “teatro”: “Elegí esta casa porque está en plena Recoleta. Me atrae y siento que puedo elaborar una idea para después trabajar ahí: era de los Lezama, después la compró un amigo de Rosas. Toda la parte histórica es interesante, que quizá no se ve tanto. Y en el performing art hasta el final no podemos coser y bordar. Esto es un teatro de supervivencia. Como decimos los cordobeses, es lo que hay”, sostiene sobre su técnica teatral.

Cortázar no es el primer escritor con el que Rivero trabaja de esta manera: por sus manos pasaron los hermanos Discépolo, Ricardo Rojas, Leopoldo Marechal, Jorge Luis Borges, Roberto Arlt y Héctor Oesterheld, entre otros, también con puestas en escena en lugares poco tradicionales para hacer teatro: “En el Museo Etnográfico hicimos Borges”, señala, y cuenta que tuvo que “pedirle los derechos de autor al abogado de María Kodama. `¿Qué vas a poner?’, me preguntó, y cuando le dije ‘Funes el memorioso’ me contestó `¡Eso cuesta 5000 dólares!’”, pero asegura que después pudo “convencerlo” para que los cediera. También trabajó en su Córdoba natal en una estación de trenes con Marechal y en un pequeño hotel en San Telmo que se llamaba Boquitas Pintadas. “Yo todo lo hago así: siempre, en mis dramaturgias, el público tiene que estar justificado en el texto”, remarca.

Rivero estuvo trabajando en Europa y Estados Unidos, y nota una clara diferencia en las posibilidades de la producción de los espectáculos. “La actividad teatral que hay en Buenos Aires no existe en ningún otro lugar, ni en Europa o Estados Unidos, que tienen una parafernalia impresionante”, compara. “Entonces, ¿qué hago? ¿No hago más teatro? Se hace otro teatro. Por eso me gusta esto de la gente cercana en un lugar encontrado”, enfatiza, y analiza que “el foco de estos escritores es muy argentino, aunque Cortázar escribiera en el exilio de París. No hay argentinidad como la de estos tipos. Todos hablan de la ciudad. ¿Qué es si no Adán Buenosayres? Si viene un cineasta acá, ¡éste es nuestro Señor de los Anillos!”, desafía, y confiesa que trabajar teatralmente con estos autores fue la “manera de reencontrarme, después de vivir diez años en México, con la literatura argentina”.

Que Artefactos se desarrolle en el marco del Centro Cultural Rojas es un orgullo para la directora, que trabaja en la institución desde hace 23 años, al poco tiempo de regresar de su exilio en México. “Yo siempre estuve ligada al Rojas, siempre tuve la camiseta de la universidad pública. Y es muy bueno, el Rojas tuvo épocas de mucha gloria”, postula sobre la explosión que se generó en ese espacio con el regreso de la democracia. “Lo más importante para mí es que la universidad siga teniendo estos lugares, que el Rojas siga siendo el semillero de esta mirada cultural, educativa, uniendo el arte y la sociedad”, se entusiasma, y recuerda una anécdota de esos años: “Un día venían por la calle Batato Barea, Humberto Tortonese y Alejandro Urdapilleta, y cuando me vieron me dijeron ‘¿Vos sos la culturosa del Rojas?’”.

Artefactos se presenta los sábados a las 20, con entrada libre.


Link: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/10-18116-2010-05-29.html



Breves consideraciones sobre la literatura y la dramaturgia fantástica




La narrativa fantástica, cuestiona las percepciones unívocas entre lo “real”, y lo “extraño”. La intrusión de lo sobrenatural, lo maravilloso en el mundo cotidiano, lo extraño o raro, es objeto de pensamiento de la dramaturgia que presentaré en el museo, donde el espacio de la casa enfrente a la audiencia con las fronteras entre realidad y ficción. Esta estructura fundamental de representación transmite con fuerza y originalidad experiencias inquietantes en la mente del espectador .
Estas performances, recuperan en clave de ironía o de nostalgia, áreas fronterizas dentro de la vida interior del hombre. La presencia de elementos paródicos y de discusión meta-narrativa sobre los modos y los códigos de la narración, parecen un signo y una sugerencia de la ambigüedad en toda la operación estratégica: la dramaturgia fantástica finge contar una historia, para poder contar otra cosa. Rescataremos en la investigación la conexión entre fantástico y humorístico. La frecuente presencia en la literatura fantástica de lo paródico, de elementos de humor y de comicidad, son rasgos importantes a destacar en la narrativa de J.Cortazar.
La literatura fantástica no puede reducirse a una simple operación retórica y lingüística, si no --como sucede siempre que nos enfrentamos con elementos de ambigüedad, siempre que nos enfrentamos con lo cómico-- se trata de algo que hunde sus raíces en los estratos mas hondos del significado y que afecta lo que en términos antropológicos se denominan estructuras culturales:
la vida de los instintos, las pasiones humanas, los sueños, los deseos, las proyecciones utópicas, el enfrentamiento a la muerte y a eros. Una visión tipológica del arte, ahora acotada a la literatura contemporánea, permite observar que los géneros convencionales han perdido estabilidad y se han confundido con otros de naturaleza análoga o diferente, que han aparecido géneros y textos intermedios, confusos, ambiguos, híbridos, y que estos cambios se producen en interacción con géneros y discursos convencionalmente considerados no-literarios. La puesta en crisis y ruptura de los modelos canónicos de la literatura y del discurso mediante las estrategias de la parodia, la distorsión, la reproducción en serie, la mezcla, fusión o hibridismo de los textos y géneros dominantes y estables de la tradición, las variadas modalidades de la transtextualidad, etc., han roto o debilitado la naturaleza y los tipos de los textos conocidos, han diluido los límites y abierto las fronteras entre ellos, al mismo tiempo que han puesto en duda la influencia, el sentido y la validez de conceptos como verosimilitud, realismo, ficción, referente, veracidad, y su conexión necesaria con determinadas clases de oralidad, de escritura, y finalmente de lógica.

La casa, la verdadera protagonista




La casa del Museo Roca es el lugar ideal para realizar dentro del marco del bicentenario, una experiencia cultural en abril del 2010, en red con el Rojas donde trabajo en el campo de estudios de performance desde hace 22 años.

La obra de Cortázar como metáfora de la búsqueda, la apertura y la libertad humana, sirve de vínculo para la creación de una nueva performance universitaria. La imagen icónica de los personajes de Cortazar genera en el espacio performático transformaciones y combinaciones en contínuo movimiento. Y por eso su poética nos introduce, junto a la instantaneidad y simultaneidad, la propuesta de innumerables puntos de vista y complejas significaciones. El proceso de transformación, de metamorfosis, de mutación y de cambio que viven los personajes en su creación literaria, incluyen sus reflexiones sobre la literatura, el mundo, su posición política, la ironía y la parodia, sus lecturas, sus descubrimientos por analogías, su pasión por el jazz y su sentido del humor. Por eso elijo a Cortázar quien consideraba el humor como un arma central del ser humano, "visión en que las cosas dejan de tener sus funciones establecidas para asumir muchas veces funciones diferentes, funciones inventadas". La lectura no lineal de los cuentos de Cortazar, donde el lector elige sus propias rutas de pensamiento, proponen una escritura subversiva, propia de una postura de vanguardia, y es junto con Borges, la contracultura en la literatura del Siglo XX .

Con la poética de Borges hice una experiencia performática en el Museo Etnográfico.
A partir de ese año, los museos, fueron algunos de los espacios elegidos para realizar estas intervenciones en lugares que por su costrucción arquitectónica, resuelve el problema histórico escenográfico, y convierte a estos eventos en “otras realidades” donde lo ficcional está permanentemente bordeando lo real.


Este trabajo con la poética de Cortazar comenzó como un proceso en el CCRojas/UBA donde trabajo desde hace 22 años en el emergente campo de los estudios de performance. “Artefactos” que así llamamos a esa performance se dió una sola vez en el teatro del Rojas. Fue tan interesante la repuesta del público que decidimos continuar, buscando el lugar ideal: una casa, para realizar la performance.

Susana Rivero
Cortázar y su musica


El propósito del
arte Julio Cortázar era como sencillamente lo describió Robotania:
"Convertir lo cotidiano en algo fantástico y
maravilloso"
Para darles una probadita de
la maravillosa creación que es Rayuela les dejo
un fragmento que habla de la música, en específico jazz, pero su alcance es tal
que es aplicable a todos los generos. Sin mas con ustedes Cortázar...
"Nadie parecía
dispuesto a contradecirlo porque Wong esmeradamente aparecía con el café y
Ronald, encogiéndose de hombros, había soltado a los Waring’s Pennsylvanians y
desde un chirriar terrible llegaba el tema que encantaba a Oliveira, una trompeta anónima y después el piano, todo entre un
humo de fonógrafo viejo y pésima grabación, de orquesta barata y como anterior
al jazz, al fin y al cabo de esos viejos discos, de los show boats y de las
noches de Storyville había nacido la única música universal del siglo, algo que
acercaba a los hombres más y mejor que el esperanto, la Unesco o las
aerolíneas, una música bastante primitiva para alcanzar universalidad y
bastante buena para hacer su propia historia, con cismas, renuncias y herejías,
su charleston, su black bottom, su shimmy, su foxtrot, su stomp, sus blues,
para admitir las clasificaciones y las etiquetas, el estilo esto y aquello, el
swing, el bebop, el cool, ir y volver del romanticismo y el clasicismo, hot y
jazz cerebral, una música-hombre, una música con historia a diferencia de la
estúpida música animal de baile, la polka, el vals, la zamba, una música que
permitía reconocerse y estimarse en Copenhague como en Mendoza o en Ciudad del
Cabo, que acercaba a los adolescentes con sus discos bajo el brazo, que les
daba nombres y melodías como cifras para reconocerse y adentrarse y sentirse
menos solos rodeados de jefes de oficina, familias y amores infinitamente
amargos, una música que permitía todas las imaginaciones y los gustos, la
colección de afónicos 78 con Freddie Keppard o Bunk Johnson, la exclusividad
reaccionaria del Dixieland, la especialización
académica en Bix Beiderbecke o el salto a la gran aventura de Thelonius Monk,
Horace Silver o Thad Jones, la cursilería de Erroll Garner o Art Tatum, los
arrepentimientos y las abjuraciones, la predilección por los pequeños
conjuntos, las misteriosas grabaciones con seudónimos y denominaciones
impuestas por marcas de discos o caprichos del momento, y toda esa
francmasonería de sábado por la noche en la pieza del estudiante o en el sótano
de la peña, con muchachas que prefieren bailar mientras escuchan Star Dust o
When your man is going to put you down, y huelen despacio y dulcemente a perfume
y a piel y a calor, se dejan besar cuando es tarde y alguien ha puesto The
blues with a feeling y casi no se baila, solamente se está de pie,
balanceándose, y todo es turbio y sucio y canalla y cada hombre quisiera
arrancar esos corpiños tibios mientras las manos acarician una espalda y las
muchachas tienen la boca entreabierta y se van dando al miedo delicioso y a la
noche, entonces sube una trompeta poseyéndolas por todos los hombres,
tomándolas con una sola frase caliente que las deja caer como una planta
cortada entre los brazos de los compañeros, y hay una inmóvil carrera, un salto
al aire de la noche, sobre la ciudad, hasta que un piano minucioso las devuelve
a sí mismas, exhaustas y reconciliadas y todavía vírgenes hasta el sábado
siguiente, todo eso en una música que espanta a los cogotes de platea, a los
que creen que nada es de verdad si no hay programas impresos y acomodadores, y
así va el mundo y el jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o
transmigra, saltabarreras, burlaaduanas, algo que corre y se difunde y esta
noche en Viena está cantando Ella Fitzgerald mientras en París Kenny Clarke
inaugura una cave y en Perpignan brincan los dedos de Oscar Peterson, y Satchmo
por todas partes con el don de ubicuidad que le ha prestado el Señor, en
Birmingham, en Varsovia, en Milán, en Buenos Aires, en Ginebra, en el mundo
entero, es inevitable, es la lluvia y el pan y la sal, algo absolutamente indiferente a los ritos
nacionales, a las tradiciones inviolables, al idioma y al folklore: una nube
sin fronteras, un espía del aire y del agua, una forma arquetípica, algo de
antes, de abajo, que reconcilia mexicanos con noruegos y rusos y españoles, los
reincorpora al oscuro fuego central olvidado, torpe y mal y precariamente los
devuelve a un origen traicionado, les señala que quizá había otros caminos y
que el que tomaron no era el único y no era el mejor, o que quizás había otros
caminos, y que el que tomaron era el mejor, pero que quizá había otros caminos
dulces de caminar y que no los tomaron,o los tomaron a medias, y que un hombre es siempre
más que un hombre y siempre menos que un hombre, más que un hombre porque
encierra eso que el jazz alude y soslaya y hasta anticipa, y menos que un
hombre porque de esa libertad ha hecho un juego estético o moral, un tablero de
ajedrez donde se reserva ser el alfil o el caballo, una definición de libertad
que se enseña en las escuelas, precisamente en las escuelas donde jamás se ha
enseñado y jamás se enseñará a los niños el primer compás de un ragtime y la
primera frase de un blues, etcétera, etcétera.

I
could sit right here and think a thousand miles away,
I could sit right here and think a thousand miles away,
Since I had the blues this bad, I can’t remember the day..."

Cortázar trasladaba su origen barrial,
su asimilación europea, su cultura formal de clase media, y su mundo
alternativo entre París y Plaza Once a lo largo de sus cuentos y novelas,
mientras husmeaba en el mundo del jazz.

En sus obras, Cortázar desordenaba el arte en favor de la vida, al cuestionar
el lenguaje establecido.

Precisamente, en "Rayuela" -uno de los modelos de revolución de las
palabras, de rebelión verbal heredada de la experiencia surrealista anterior a
los años 60- muestra Cortázar sus afinidades con la música afronorteamericana,
mezcladas de remembranzas autobiográficas.

Su amor por el jazz, por su capacidad proteica, se hace evidente en cuentos,
artículos y páginas recordables de "La vuelta al día en ochenta
mundos". Y sobre todo en "El perseguidor", como veremos.



* * *

Borges era sordo para la música. Lo afirmaron -eufemísticos o no- músicos
eminentes, como Piazzolla. En todo caso, su música (la de Borges) anidaba en
las palabras -en los juegos de palabras-, en sus sonidos, en su ritmo y sus
cadencias.

Cortázar, en cambio, según contó su hermana, tocaba el clarinete. Y desde muy niño había practicado en el piano.
"Los negros de allá, de Norte América, le gustaban. Los tangos, esas cosas
nuestras, no." Al final, la nostalgia de Buenos Aires, en Europa, lo volvió al tango.

Por un lado habían estado la mamá y la tía de la infancia, que tocaban a cuatro
manos en el piano Blüthner. Por otro, esa casa (la de él) "que había visto
nacer el disco", donde él y otros fanáticos transitaban por las notas de
Armstrong, que alternaban con sopranos, tenores y barítonos italianos, y ese
nefasto Minué de Paderewsky, que era la música clásica en muchos hogares de
clase media.

Su curiosidad por la música lo había topado, de joven, con "su primer
amor", Claudia Muzzio, desde que su abuela lo llevó al Colón a la ópera
Norma . Muchos, incluso, recordarán esa famosa foto de Cortázar tocando la
trompeta, y aquella confesión: "Sí, en verdad toco la trompeta, pero sólo
como desahogo. Soy pésimo".

En "El argentino que se hizo querer de todos", García Márquez refiere
un viaje en tren, de París a Praga, junto con Carlos Fuentes y Cortázar, donde
una pasajera pregunta a Cortázar sobre la introducción del piano en la orquesta
de jazz, lo que le permitió a Julio desarrollar por horas una lección histórica
y estética de increíble versación, rematada con una apología homérica de Thelonious Monk.

* * *
Pero el Cortázar músico, quizás el más minucioso -el jazzman-, está plasmado en
"El perseguidor", que es como una pequeña "Rayuela", por
las similitudes de sus personajes Johnny y Oliveira. "El
perseguidor", dedicado In memoriam de Ch. P. (Charlie Parker), retrata a
un Johnny Carter (donde se reúnen nombre y apellido de dos saxos memorables:
Johnny Hodges y Benny Carter), que hereda aficiones de Parker: alcohol, drogas,
escándalos, amoríos... Johnny es un músico arbitrario y genial, que descoloca
con gestos y desplantes de intuitivo a Bruno (es decir, Cortázar), un crítico
racional que está escribiendo un libro sobre Johnny.

"Todo crítico, ay, es el triste final de algo que empezó como sabor, como
delicia de morder y mascar", piensa Bruno, quien, entre el perfil humano y
el jazz, descubre que "uno es una pobre porquería al lado de un tipo como
Johnny Carter". Bruno, que ha escrito un libro que es -lo reconoce Johnny-
"como lo que toca Satchmo, tan limpio, tan puro".





La presencia de lo fantástico en Bestiario, de Julio Cortázar



Bestiario es el primer libro de cuentos de Julio Cortázar. En él es ya claramente visible la tendencia que marcará la literatura cortazariana hacia lo fantástico pero de un modo original, porque no sólo se presentará ese registro en lo temático o en los sucesos narrados sino que también estará reforzado desde lo discursivo y desde la estructura misma de los relatos.

El libro presenta ocho relatos que comparten una serie de características comunes. Durante la lectura de cada uno de ellos, el lector percibe dos hilos que se entrecruzan: lo que dice el relato de forma explícita, aquello que sucede y por otro lado, aquello que percibimos primero inconcientemente, pero que hacia el final se va haciendo cada vez más fuerte y termina por emerger para dejarnos totalmente estupefactos y descolocados. Esto último es lo que no está dicho, lo latente que corre por debajo del relato... quizá esto se pueda comparar al agua que corre por debajo de un puente, de forma continua. Si como lectores avezados, descubrimos este movimiento bilineal del texto podremos disminuir el efecto, analizando de qué formas y con qué recursos está logrado; pero enfrentarse a estos relatos a través de una lectura ingenua es sentirse amenazado, atacado por una incertidumbre, por un "algo" extraño, que si bien está dentro del texto parece que nada impide que de un momento a otro salte afuera y se encuentre en el mundo "real", cotidiano o en el lector mismo, precipitándolo al abismo.


Se instaura, entonces, una lógica propia y original que rompe con la lógica tradicional para crear justamente esta sensación de vacío abismal en un mundo nuevo donde el lector es incluido como habitante. Si reparamos en cada uno de los relatos veremos que el tradicional orden causa-efecto no funciona desde la racionalidad: ¿Cuál es la causa de que el narrador de "Carta a una señorita en París" vomite conejitos? No lo sabemos. Ni siquiera él mismo lo sabe, pero tampoco se lo pregunta: sólo lo incorpora a la vida cotidiana como un hecho normal.

María Clara Lucifora
Universidad Nacional de Mar del Plata

Consideraciones sobre la práctica del performance




El Siglo XX hizo entrar en escena epistemológica un personaje antes ausente: al público-espectador-observador y participante del evento.

En el S. XXI cualquier enclave arquitectónico, como museos, bares y otros

espacios encontrados, son elegidos como "escenografías en tiempo real” , donde todos los elementos hablan su propio lenguaje, conviertiendo a estas performances en experiencias múltiples, integradoras e interdisciplinarias . Cualquier lugar es suceptible de ser convertido en un espacio escénico.

Partiendo de la imaginación de los actores y músicos reordenamos la información para crear nuevas experiencias, cruces, analogías, correspondencias, relaciones, contrapuntos y oposiciones, en el desarrollo de la investigación.

Esta es una manera diferente de intervenir el espacio.

“Las performances marcan identidades, tuercen y rehacen el tiempo, adornan y remodelan el cuerpo, cuentan historias, permite que la gente juegue con conductas repetidas, que se entrene y ensaye, presente y re-presente esas conductas”(Richard Schechner)


Aceptamos que, cada vez es mas difícil sostener la distinción entre apariencias y hechos, superficies y profundidades, ilusiones y sustancias. Las apariencias son realidades, y las realidades son también las que están detrás de las apariencias. Frontera vertiginosa entre realidades y ficciones, no del todo reales, no del todo ficticias.

El trabajo de analogía con la realidad, convierte a las performances en momentos inolvidables, participando en la transmisión y preservación del conocimiento.



SUSANA RIVERO


Agradecimientos


María Inés Rodriguez Aguilar - Pía Lezama

Esteban Carestía - Alejandra Piazzalonga

Eduardo Bertrán - Leandro Saccone

María Caldelari – Nicolás Sznek

Vladimir Faggiani - Artegrafia

Natasha Von Frankestein - Morena Fraguas

Gabriel Menendez - a Jorge Gonzalez